Los métodos de contraste son herramientas fundamentales en la microscopía, ya que permiten la visualización de células vivas y monitoreo de procesos dinámicos bajo entornos naturales sin efectos adversos. El contraste se refiere a la posibilidad de distinguir entre la muestra, sus detalles y el fondo.

El ojo humano necesita un valor mínimo de contraste de 2% para poder distinguir diferencias entre la imagen y su fondo. La interacción entre la luz y la muestra puede generar objetos de amplitud o fase.

Los objetos de amplitud absorben la luz, generando un alto contraste por sí solos, haciéndolas óptimas para la microscopía de campo claro. Por el contrario, los objetos de fase son muestras delgadas, planas y transparentes, que alteran la fase de la onda, más no la amplitud, lo que hace que este tipo de muestras carezcan de contraste y se dificulte su visualización bajo campo claro. Es en este tipo de muestras, donde los métodos de contraste son fundamentales, ya que cambian las diferencias de fase en cambios de amplitud, generando contraste y haciendo visible la muestra y sus detalles.

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